La personalidad y el entorno

Menos teorías y más hechos
En un reciente congreso de filósofos y pensadores de ámbito
internacional se analizaron diversas cuestiones relativas a las
corrientes de pensamiento actualmente más en boga. Una de las
conclusiones más unánimes se refería a algo que quizá, a primera
vista, puede parecer muy simple. Podría resumirse en que el atractivo
de la persona individual tiene mucha fuerza, más que las doctrinas y
que las ideologías.

Que lo normal es seguir a las personas, más que a las ideas. Y
ese natural deseo de emulación, muchas veces casi imperceptible, no es
algo que se reduzca a los niños, o al seno de la familia, o a la
educación.

Siempre, pero quizá más en tiempos de controversias ante los
valores, emerge con fuerza inusitada el hombre concreto, el modelo
individual. Más que ideas generales, se buscan modelos humanos vivos,
personalidades concretas que sirvan de referencia. Se escriben y se
venden infinidad de biografías. Se buscan vidas que, por su categoría
humana o espiritual, sean dignas de admirar o imitar. La gente no
quiere teorías, busca la elocuencia de las obras.

A la hora de pensar cuáles son los modelos humanos con los que
tienen oportunidad de identificarse nuestros hijos, podríamos analizar
algunos aspectos interesantes.
Los primeros formadores

Por ejemplo, Chesterton decía que los profesores son las
primeras personas adultas distintas de sus propios padres que el niño
conoce con cierta continuidad. Y que, por tanto, de ellos es quizá de
quienes más aprenda a hacerse adulto. Desde luego, una razón de peso
para elegir bien el colegio al que va.

Primero sus maestros, y después sus profesores, tienen un gran
protagonismo en su educación. Porque hasta el simple trato humano
tiene ya un gran poder formativo o deformativo.

De todas formas, quizá de unos años a esta parte ha aumentado
la influencia de otros muchos modelos. Un deportista famoso, una
cantante, o el protagonista de una película o de una serie de
televisión, pueden producir en los chicos una fuerte tendencia a
asumir detalles que consideran atractivos en el carácter de esas
personas. Y lo malo es que a veces esos modelos son muy poco
positivos.

Quizá de ahí arranque la falta de pautas morales válidas en la
vida de algunos jóvenes. Es decisivo que quien está a punto de ser
hombre o de ser mujer tenga ante sus ojos modelos atractivos y
logrados, de modo que adquieran así criterios de estimación válidos.
El entorno es muy importante.

A veces lo notan los padres cuando sienten, con dolor, que
parece que a los ojos de sus hijos lo menos importante es lo que dicen
sus padres. Es una actitud muy propia del adolescente y contra la que
resulta difícil luchar de frente. Quizá de modo indirecto puede
hacerse más. Muchas veces no basta con charlar con ellos y procurar
hacerles razonar, porque quizá su autosuficiencia adolescente les
retrae de hablar confiadamente con sus padres.

Un entorno favorable

¿Qué hacer entonces si los hijos son ya adolescentes? Por tu
parte, todo lo que puedas; pero quizá, considerando esto de los
modelos y del entorno, procura también que tus hijos tomen contacto
con personas que puedan hacerles bien. Por ejemplo, resumiendo lo que
hemos tratado, puede ser positivo:
procura elegir bien el colegio y habla con frecuencia con el preceptor o tutor;

haz algo por ir conociendo a sus amigos, para poder así darle de vez
en cuando algún buen consejo, delicadamente y respetando su libertad;

procura, siempre que sea posible, que la televisión se vea en casa de
modo familiar: una película bien elegida puede ser una espléndida
ocasión para provocar una tertulia donde conozcamos el modo de pensar
de nuestros hijos y el eco que tiene en ellos lo que han visto;

aplica tu imaginación para que los chicos tomen contacto con ideas y
actitudes sensatas;

haz lo posible para que se muevan en un ambiente favorable al buen
desarrollo de su personalidad: por ejemplo acudiendo a un club juvenil
donde puedan pasarlo bien de forma sana, hacer buenos amigos en un
ambiente adecuado y recibir una ayuda en su formación;

evita esos lugares de vacaciones o de fin de semana donde resulta tan
fácil verse envuelto en un ambiente de personas con planteamientos
inadecuados sobre los modos de divertirse (es sorprendente el
porcentaje de alumnos que vuelven irreconocibles a clase después de un
verano desafortunado); etc.

Si en las edades clave falla el entorno, de poco sirven los
razonamientos teóricos con los hijos. Decía Confucio que no son las
malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del
campesino. Un colegio equivocado, un lugar de veraneo de bajo nivel
moral, o una indigestión habitual de televisión indiscriminada, por
ejemplo, pueden echar por tierra muchos esfuerzos hechos en casa por
mantener limpias las mentes de los chicos.

Si no se actúa sobre el entorno, puede suceder como en aquel
dicho del cadáver en la piscina: "Mientras no se saque el muerto, de
poco vale echar cloro".

Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net