Mujer y pensamiento único

El sexo y el género

Un rotundo no al pensamiento único, ésa manera de pensar que
anula la identidad de la mujer, viola sus derechos y la considera un
instrumento útil para intereses concretos... y no hablo del pasado
sino del presente, porque existe una mentalidad con altas dosis de
machismo tanto en algunos hombres como en algunas mujeres... resulta
conveniente, y además oportuno, recordar el papel o el rol que la
mujer puede y debe desempeñar en este tercer milenio, recién
estrenado.

Sólo me centro en un aspecto –son muchos más–, y espero que no
sea virtual sino real: el feminismo sin fecha de caducidad consiste en
"igualdad en los derechos y en las oportunidades pero
complementariedad en las funciones"; maternidad y paternidad no son
idénticas ni en sus caracteres genéticos ni biológicos y esta realidad
cuando es respetada, enriquece la personalidad humana, y cuando no lo
es, empobrece de tal forma la identidad y dignidad humanas que
convierte en un monstruo al presunto/a maltratador... ¿ud. quiere ser
un monstruo o un ser cada vez más humano hasta conseguir que su
entorno se humanice?... le doy, una pista, de ud. dependerá lo demás.

Existen dos sexos –mujer y varón– y no es lo mismo sexo que
género, el primero es un referente biológico-genético y el segundo es
un referente funcional; esta terminología tan actual, el género, puede
distorsionar la verdad: nacemos con un sexo –masculino o femenino–
porque no somos asexuados y desempeñamos una función, que puede ser
diferente en cada siglo o en cada época...; el sexo es uno y el género
dependerá del rol puntual de cada sociedad: hasta hace unas décadas y
como consecuencia del poder masculino, a la mujer se le asignó una
tarea doméstica, casi exclusivamente, y se le negó otro tipo de
alternativas (muchas escritoras de la historia de la literatura
publicaron libros bajo seudónimo); pero en el siglo XX se produjo un
cambio de mentalidad, y se igualaron los papeles masculino y femenino
dentro del hogar (por lo menos en el mundo occidental) al incorporar
el 50% de aportación del hombre al hogar; ésta es la pista clave para
humanizarnos y humanizar el entorno social: desarrollarnos como mujer
o como hombre en cada caso, buscar la complementariedad en el sexo
contrario y encontrar la igualdad de género en el trabajo, en el
hogar, en las relaciones sociales, en vida cotidiana... no es lo mismo
ser madre que padre, ser mujer que hombre, ser esposa que marido, ser
hermano que hermana, ser colega que contrincante, ser amiga que
amigo,... ser en realidad uno mismo no un ser diferente a como debemos
ser porque no hemos encontrado el camino...; no se trata de innovar
porque sí, ni de provocar una metamorfosis radical... ni de ir por la
vida de "progre" porque se lleva: se trata de encontrar la identidad
de uno mismo de acuerdo con la naturaleza humana y con su dignidad...
hay cosas que deben cambiar y otras que no deben hacerlo, si queremos
sobrevivir, supervivir, o simplemente vivir en y con paz.
Sin miedo a la verdad

¿Y eso cómo se logra?: las cosas que valen la pena no se
alcanzan a la primera, y a veces, ni a la segunda... pero se logran
cuando pensamos en profundidad y en libertad y no tenemos prisa por
obtener frutos inmediatos...; y ésta puede ser la senda, aunque nos
resulte angosta, y éstos sus pasos: conocernos mejor, conocer mejor lo
que debemos ser, conocer mejor a los que nos rodean, conocer mejor los
"por qués" de las situaciones y acontecimientos y crear en nuestro
interior una personalidad –definida como la capacidad de ser persona–,
forjada en la verdad, en la realidad y en la apertura hacia la
trascendencia .

(Marosa Montañés Duato, in Mujer Nueva)